Una Patria
Que Crece, Mientras Otros La
Aborrecen
Entre una
sonrisa y reflexión severa,
Suelta su
saber y vocación de servicio,
Desde sus
convicciones, marcando el ejercicio,
Frente a
inútiles sobre castillos de arena.
Con firmeza
a los eruditos en agonía,
Los delata
por ser dueños de tantos males,
Y descarta
los proyectos magistrales,
Y a los
entupidos enterrados en letanía.
Con su
derecho construye una mazorca,
Más
reafirma sin dudar el camino,
Su saber
rescata al peregrino,
Mientras caen
los inescrupulosos en una horca.
Como un
apóstol, confía su vida al servicio,
No reniega sus
convicciones severas,
Su astucia
vive en consistente primavera,
Sus
oponentes, triturados en el desquicio.
Su visión
se engrándese con sus palabras,
Sus
oponentes se desintegran en el abatimiento,
Y son tan fuertes
y desconcertantes sus pensamientos,
Que la
atacan con ecuaciones macabras.
Y es propio
el entusiasmo del joven o viejo,
Que
agradece tanta claridad intermitente,
Es como si
la esperanza saliera de una fuente,
Cargada de
horizontes y consejos.
Frente al
mundo dice su verdad aunque se enojen,
Los
entupidos inescrupulosos pobres viles,
Todos ellos
cortados por buriles,
Destinados
a los ineptos que los recogen.
Los
sicarios buscan desesperadamente,
Dominar
como filósofos estoicos,
Haciéndose
pasar por seres heroicos,
Mientras se
reproducen desordenadamente,
Y se
muestran tan tenaces, tan yermos,
Con sus
saber y sus presagios apocalípticos,
Y sin
dudarlos se transforman en socios críticos,
De los
poderes que no respetan ni a los enfermos.
Más llegan
hasta el límite de su imprudencia,
Y
contradicen sus propias reflexiones,
Sacando
incoherentes conclusiones,
Productos
de su propia indiferencia.
Y es hay
cuado la apóstol camina y crece,
Redoblando
su proyecto con futuro,
Y deja en
claro que el camino es bien seguro,
Y es futuro
que todo pueblo se merece.
Caminando
erguida y triunfante,
Sin importarle
que la acusen los inmorales,
Combate sin
descanso a tantos males,
Con
verdades tan claras como infartarte.
Esta mujer
con pasos de sacerdote,
Que combate
sin temor, a los falsos angelicales,
Nos recuerda
que aquellos disfrasados de leales,
Son los
seres mas conocidos como Iscariote.
Más clama
con el valor de hombres sanos,
Y se
confiesa con la transparencia de su credo,
Soy la
mujer que ante los necios no sedo,
Ni reclamo
la limosna con las manos.
Pues la
limosna en su saber, es bien valida,
Cuando la
caridad en su bien la necesita,
Pero el ser
digno es un derecho que amerita,
Claridad
con respuesta aun más calida.
A la verdad
la estupidez no la resiste,
Mas la
barbarie busca, de su ser, su ruina,
He inyecta
su mentira como morfina,
A la espera
de mezclarla con algo triste.
Y es hay
cuando voces fuertes y convincentes,
Les
hablaran de su insolencia a los impuros,
Y les
recordara de sus acciones y de lo oscuro,
En
historias pasadas y presentes.
Caigan
ustedes, con la violencia de un rayo,
Lanzados
por los hombres más sus leyes,
Que no
quieren postrarse ante reyes,
Pues han
dejado hace tiempo de ser lacayo.
Son ustedes
sin dudarlo responsables,
Del pisoteo
a la dignidad y a los derechos,
Y han
dejado graves heridas en los pechos,
Con la
barbaries filosas como sables.
Es por eso
que con deseos pestilentes,
Desearemos
caigan en manos de un juez justo,
Para
castigarlo no solo con un susto,
Sino con un
sello de traidores en la frente,
Y ante la
claridad de un Dios perfecto,
Reciban la
fiel sentencia del calvario,
A no ser
que se arrepientan ante el sudario,
Por tanto
dolo causado con sus defectos.
Es esta
mujer, elegida por la gente,
Gente manoseada
por los poderes absolutos,
Es quien
reclamas sean aun más astutos,
Y lean con
más astucia el presente.
Y entienda
que el futuro esta adelante,
Para
avanzar hay que estar juntos y de la mano,
En esta
tierra somos todos hermanos,
No hay
lugar para el inepto o farsante.
Con suprema
Fuerza vive hoy la democracia,
El derecho
va buscando su excelencia,
Y una
voz através de la conciencia,
Nos guía
para no caer en la desgracia.
Y nos
recuerda quienes fueron miserables,
Y jugaron
como Caín a la misma muerte,
Más
buscaron agraciar a su misma suerte,
Sin hacerse
del dolor responsable.
Solo
convivieron con su accionar y los ultrajes,
Mientras
olvidaban a la equidad y los dones,
Más se
hicieron ganadores mientras millones,
Perdían de
la dignidad sus mejores trajes.
Aquellos
hombres sabios y potentados,
Que se
jactaban de honesto y muy fuertes,
Desafiaron
con sus pecados a la misma muerte,
Dejando a
los pueblos desamparados.
Y la verdad
desahuciada busco la cumbre,
Gastando su
saliva en las montañas,
Cuando los
pueblos gritaron con las entrañas,
El abuso en
nuestro suelo es una costumbre.
Ya los
villanos gobernaban con la solvencia,
De los
poderes que se inescrutaban por las fronteras,
Y
demacraban de nuestra tierra las primaveras,
Dejando
como estandarte a la incoherencia.
Disfrazada
nos llegaban falsas menciones,
Para llenar
de fantasías nuestras cabezas,
Y sin
darnos cuentas nos acorralaba las proezas,
De los
poderosos que nos llenaban de ilusiones.
-Somos
nosotros los amos de la tierra toda,
-Los señores
imperialista que todo lo pueden
-Y claro
esta, ni siquiera los dones de Dios pueden,
-Poner
acciones que a nuestro poder incomoda.
-Somos
nosotros los amos por ley divina,
-Y
gobernamos sin que nadie se nos oponga,
-Cuando un
vil por insolencia rezonga,
-Lo hundimos
de un manotazo en la letrina.
¿Quien de
ustedes pobres inmundo nos hace frente?
¿Quien de
ustedes nacidos en el tercer mundo?
Quien se
atreva, su castigo será rotundo,
Con un
golpe certero en la frente.
Y fue a si,
que un pueblo en fuerte llanto,
Perdió sin
entender su futuro,
Y dolido
con una daga sobre un manto oscuro,
Clamo ante
el cielo con un fuerte canto.
Más confío,
vislumbrando una nueva vida,
En una voz
que afirmaba entereza,
Y se
entrego sin dudar de pie a cabeza,
A un sueños
que brindaba una salida.
Desde el
sur, llego un plan, un camino,
Con la
fuerza de la esperanza implacable,
Más de
todos lados esperaban miserable,
Que ya
intuían al pronosticado destino.
Claridad,
compromisos y horas buenas,
Llegara con
un canto a la esperanza,
Y tan firme
abundara la confianza,
Que se
hablara del progreso hasta en las cenas.
,
A tal
proyecto se lo llamara Patria Grande,
Y se dirá
sin dudarlo la patria es el otro,
Será tan
bueno vivir con el rostro,
Levantado
hacia una tierra que se expande.
En vano los
Caín y los Iscariote,
Abusaran de
la blasfemia como argumento,
Y buscaran
de todos lados el sustento,
Sin
importarle que a la farsa alguien la note.
Buscaran
amigos detrás de la frontera,
Se vestirán
de nobles o falsos sacerdotes,
Y sigo
nombrando a los Iscariote,
Como un mal
parasitario que se entrevera.
Pero como
una luz llegara un tal Cristino,
Que decidió
hacerle frente a tantos vicios,
Y dejara en
claro que no es ficticio,
Su nombre
elegido como soberano.
Por momentos
será el único, el más solo,
Parecerá no
apoyarse en vida alguna,
Parecerá un
nacido, desamparado y sin cuna,
Bajo una
noche solitaria en algún polo.
Pero una
vez más, se marcara su certeza,
Y el
desprecio quedara rendido sobre el suelo,
Y tal
hombre como un destello tomara vuelo,
Para pisarle
al Leviatán su cabeza.
Su saber y dedicación
vibrara tanto,
Que traspasara
recónditos confines,
Y
descubrirá pensamientos que son afines,
Del mismos
sueño que anhelamos tanto.
La patria
grande comenzara ya un buen camino,
Los pueblos
se unieron como hermanos,
Para luchar
con los reptiles y gusanos,
Que buscan
devorarse un buen destino.
Y sigo con
este fin y resumiendo,
Esta
historia con un singular discurso,
Para
desarrollar la grandeza y su curso,
Con la
fuerza de la pasión que va surgiendo.
Un gran hombre
para muchos desconocidos,
Se atreverá
a pisotear al miserable,
Y les
recordara que ya no será aceptable,
Recordar
siquiera haber nacido.
Más luchara
con su amor hasta la tumba,
Entregara
su corazón eternamente,
Y quedara
en cada ser, en cada mente,
Como el
hombre cual nombre no se derrumba.
Y un legado
dejara sobre esta tierra,
Más firme
que la más filosa estocada,
Su imagen
será tierna y delicada,
Su fuerza
capas de vencer en cualquier guerra.
De la
fuerza y el amor la mas alta,
Hablara con
el saber para el grande y pequeño,
Recordara
que hay un plan y hay un sueño,
Para sanar
del escrupuloso su falta.
Una mujer
cayó firme tan de repente,
Por sobre
cada Satán y su alma,
Es como si
una cruz sublime en su palma,
Desafiara a
la maldad irreverente.
Desafío siguiendo
cual proyecto,
A los
entupidos y sus planes delirantes,
Y supo
dejar a muchos agonizantes,
Y a otros
temblando en su trayecto.
Esa mujer
hablara a todo el mundo,
Con el
saber que Dios puso en su pecho,
Dejara con
su palabra muy desecho,
Al poderoso
que confío en su poder rotundo.
Y sabrá que sus verdades son inefables,
mientras se libera
a los pueblos de su martirio,
El trabajo
inmaculado como cual sirio,
Buscara
Susanar a los incurables
Sepa por
vez primera el poderoso,
Que no hay
lugar ya para el fracaso,
El trabajo
de esta mujer marcara el paso,
Para que
todos salgamos del gran poso
Y con la
fuerza del amor que ya en el cielo,
La guía
como un ángel bendecido,
Buscara que
los hombres empobrecidos,
Alejen sus
sonrisas de cualquier velo.
Ella sabe
que por hombre y militante,
Sueña con
un camino más justo,
Y no trata
de apabullar con un gran susto,
A los
eruditos que se transforman en insultantes.
Pero enseña
que el corazón y la cabeza,
Se dividen
en pensamientos y pasiones,
Más debatir
buscando conclusiones,
Es el
camino para crecer con más pureza.
Ella
entiende que los éxitos se adquieren,
Con el
esfuerzos y las savias decisiones,
Otros niega que por cada triunfador hay millones,
Que ven
como sus sueños se mueren.
Por eso
trata de sentirse afortunada,
Y compara
distintas alternativas,
No gasta en
vano con su predica salivas,
Ni teme
sentirse acorralada.
Sin dudar
su compañero marco el camino,
Dejo un
lugar claro, un miraje,
Y desafío a
los hombres salvajes,
A cambiar
por el bien de todo su destino.
Después con
un dolor profundo y un suspiro,
Dejo este
mundo para codearse con el dios viviente,
Y dejo un
legado tan puro y convincente,
Para
asegurar el amor eterno en su retiro.
Ella lo
recuerda con sus últimos besos,
Con ternura
tierna en su reposo,
Auque sabe
su alma buena que fue espantoso,
Despedir el
amor de carne y huesos.
Más retomo
postura de persona fuerte,
Y se cobijo
en la verdad de su destino,
Es ella
ahora líder de un camino,
Y buscara
vences a la misma muerte.
Ahora la
contemplan al descubierto,
Y la tratan
de sepultar en algún abismo,
Son los
hombres que buscan el cataclismo,
Y dejan su
necedad al descubierto.
Esta chusma
ruin, bien maliciosa,
Buscan en
las heridas la mayor garra,
Y en cada
paso trata de tirarle tierra,
Para que
esta mujer caiga temerosa.
Pero el
triunfo del bien no consiste,
En atacar
al odio con el odio mismo,
Sino
ignorar los agravios y el cinismo,
Con el amor
de un pueblo que resiste
Podrán golpearlas
con difamaciones,
He
historias rebuscadas y algo sucias,
Mejor
ignorar tales minucias,
Y seguir
trabajando con convicciones.
Podrán atacarlas
con falsos robos,
Con la ira
propia del ser insano,
Podrán insinuar
muy en vano,
que no podra resistir a los salvajes lobos.
Podrán pretender
silenciarla,
O demacrar
su honorable investidura,
Podrán mostrarla
como mujer oscura,
Con la intención
de acabarla.
Mas su
valor en esta patria crece,
Su trabajo
es firme y buen ejemplo,
Y cada
argentino ha construido un templo,
Para un
amor sagrado, que florece.
Yo escribo
esto sin intenciones,
De imponer
posiciones desmedidas,
Yo describo
ver una salida,
Con un
camino lleno de emociones.
Esta patria
camina y crece,
Con equidad
y justicia, mas cuenta clara,
Es una luz
que no se apaga,
Un oasis
verde que florece,
Hay un sueño,
una ilusión, un compromiso,
Una unión,
un camino, un proyecto popular,
Una patria
que crece sin dudar,
Ni espera
de los poderosos su permiso.
Argentina
Camina Bien erguida,
De la mano de
argentinos respetables,
Que no Buscan
recetas admirables,
Sino con el
trabajo ser ungida.
Se muestra
ante el mundo con sus valores,
Con sus
males, enfermedades y defectos,
Pero argentina
es mucho más que estos,
Entupidos que
se han vestido de inmorales.
Dedicado a Néstor
Y Cristina dos Compañeros que me devolvieron las ganas de hacer política.
Hoy desde
el Cielo, Perón, Evita, Chávez y Néstor, guían a esta mujer que camina con paso
firme hacia una patria Grande libre y soberana.
Con ella
caminare por siempre.
Jesús
Marcelo Delise
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